Investigación transdisciplinar en lectura y escritura

Concepto

El concepto de transdisciplinariedad es usado de diversas maneras, desde la necesidad de plantear formas de investigación integradoras a la necesidad de crear espacios nuevos para una investigación más allá de las disciplinas (Nicolescu, 2002). El enfoque multidisciplinar está relacionado con el abordaje de un tópico de investigación desde varias disciplinas simultáneamente, mientras que en el enfoque interdisciplinar se produce habitualmente la transferencia de los métodos de análisis de una disciplina a otra. En ambos casos, la indagación permanece en los ámbitos de las disciplinas ya configuradas, en un solo nivel de realidad, mientras que en el caso de la investigación transdisciplinar se reubica en las dinámicas entre los diversos niveles de la realidad.

La transdisciplinariedad puede ser alimentada por los estudios disciplinares, pero de hecho el conocimiento transdisciplinar clarifica la investigación disciplinar de una manera novedosa y fértil. En este sentido, las investigaciones transdisciplinares y las disciplinares no son antagonistas, sino complementarias a las investigaciones multidisciplinares e interdisciplinares. La transdisciplinariedad es en todo caso radicalmente diferente de la multidisciplinariedad y de la interdisciplinariedad debido a su objetivo: la comprensión del mundo actual en su complejidad, que no puede alcan- zarse en el entramado de los estudios disciplinares.

Análisis

Para ilustrar el ámbito de la transdisciplinariedad, se ha propuesto el ejemplo de la física cuántica, pero, al objeto de nuestra propuesta, queda más claro si decimos que el enfoque transdisciplinar es necesario cuando abordamos el estudio del ciberespacio o la cibercultura. Es decir, el enfoque transdisciplinar cobra sentido en situaciones de gran complejidad, como ocurre precisamente con todo lo que constituye el mundo de la lectura.

Lo primero que llama la atención en este contexto es el debate terminológico (cultura escrita, literacidad, literacía, etc.), que no vamos a analizar aquí por ser de sobra conocido, pero que revela una cierta indeterminación conceptual, avivada por las propias y diferentes prácticas culturales. Así, el concepto de literacy es genuino del mundo anglosajón y encuentra dificultades cuando se pretende trasladarlo de forma literal a otros contextos. A. Martos (2008), apoyándose en la noción de cuadrícula social (M. Douglas 1970) y en la teoría del campo del sociólogo Pierre Bourdieu, diseñó cuatro macrocampos, que denominó ingenio, instrucción, preservación y materialidad, a modo de ecosistemas de la lectura, entendida como sistema en dinamismo, y que se corresponden con prácticas culturales que podemos identificar con facilidad: la creación, la escuela, la biblioteca, el mercado…
Estos dominios describen un campo complejo donde se revelan las contradicciones reales en el sistema de relaciones, como es la fragmentación o los antagonismos existentes. A su vez, estos dominios legitiman ciertas aproximaciones o paradigmas de abordaje de la lectura y la escritura: la creación es explicada mediante los paradigmas filológicos, textuales, semióticos…, igual que los paradigmas psicopedagógicos, históricos, sociológicos o culturales tratan de iluminar la lectura como instrucción o práctica social. La materialidad del texto, sus industrias, soportes y avatares son objeto de estudio por parte de la historia, la economía o la tecnología, y, finalmente, la lectura en su dimensión de memoria, de conservación y preservación es analizada desde perfiles de la biblioteconomía, la documentación o la historia cultural. La lectura y la escritura se configuran, pues, como un espacio complejo donde convergen todos estos ámbitos de realidad, ya se trate del análisis del Quijote o de las prácticas cotidianas de un lector en un medio urbano. Precisamente, la transdisciplinariedad implica la dinámica engendrada por la acción de varios niveles de la realidad a un mismo tiempo. El descubrimiento de esas dinámicas es lo que pretende un conocimiento transdisciplinar.

Esta posible síntesis transdisciplinar viene en cierto modo precedida por un acercamiento entre paradigmas: así, afirma Chartier (2006) apoyándose en McKenzie, no se pueden separar el estudio de las condiciones de publicación de los textos y la interpretación de su sentido, la materialidad del texto y la textualidad del libro. Dicho de otro modo, la historia de la lectura, la tecnología, la filología o la semiótica se abrazan o, en todo caso, se abren entre ellas puentes hasta ahora poco transitados.

Implicaciones

Otras propuestas transdisciplinares

Alan Liu, profesor de la Universidad de California, y Sue Thomas, del Institute of Creative Technologies (IOCT) de la Universidad de Montfort, usan el concepto clásico de transliteración (por ejemplo, escribir palabras griegas con alfabeto latino) para aplicarlo a la diversidad de plataformas de comunicación e instrumentos, de forma que se cohesionen modos de comunicación relevantes para la lectura, la escritura, la interpretación y la interacción. El modelo hegemónico del alfabetismo basado en la impresión no debe hacernos olvidar que muchas personas podían solamente leer, leer y escribir, o ninguna de las dos cosas, y solo con la imprenta se afianza ese modelo de alfabetismo basado en la impresión. Así pues, trabajando en las intersec- ciones de las disciplinas humanistas, sociales y tecnológicas, Liu y Thomas indagan en las nuevas formas de transliteracidad.

Susie Andretta, de la Universidad de Londres, retoma el concepto de Sue Thomas y entiende la transliteracidad como «la capacidad de leer, escribir e interactuar a través de una variedad de plataformas, herramientas y medios de comunicación, desde la iconografía a la oralidad pasando por la escritura, la edición, la televisión, la radio y el cine, hasta las redes sociales». Vemos, pues, la idea de recorrido a través de los diferentes alfabetismos para construir el mensaje, de forma que se puedan tender puentes, pasarelas, entre todos estos discursos.

La transliteracidad como nueva frontera cultural y educativa.La transliteracidad sería la síntesis entre la habilidad textual clásica y la habilidad en diferentes tipos de medios (alfabetismo multimedia). Ahora bien, la habilidad textual se apoya mucho en la secuencialidad; en cambio, la habilidad mediática no es lineal y exige mucho la participación y la interactividad. Superando la oposición entre lo impreso y lo digital, se impone una «ecología común, no solo de los medios de comunicación, sino de todas las alfabetizaciones de la lectura, de la escritura, de la interactividad y de la cultura, ya sean pasadas o actuales».

La primera conclusión es que la transliteracidad constituye un concepto abarcador, global: «la transliteracidad es incluyente y se basa en las prácticas participativas», es decir, las nuevas tecnologías y sus usos implican una actitud flexible y participativa. La segunda conclusión es la necesidad de adaptación al nuevo perfil de alumnos: «nativos digitales [que] están a la escucha o conectados a diferentes medios de comunicación [pasan] de un medio a otro (Biblioteca 2.0)».

El proyecto canadiense Territoires Ouverts/Open Territories (http://tot.sat.qc.ca/) sería otra muestra de estas inquietudes, pues al tratar de indagar el impacto de las nuevas tecnologías sobre las prácticas culturales en realidad moviliza un conjunto de discipli- nas y aportes de investigadores, programadores, artistas, centros de arte y colabora- dores tanto del sector público como privado, que generan objetos de estudio nuevos, como el diseño de artefactos que permitan a los usuarios acceder a redes de trabajo.

Sánchez Ron (2011) ha acuñado la expresión «Nueva Ilustración» para designar este movimiento en pro de la transdisciplinariedad.

Referencias

Andretta, S., 2009; NO HAY COINCIDENCIAS

Bourdieu, P. (2005 [1999]), Intelectuales, política y poder, Buenos Aires: Eudeba.

Chartier, R., 2006; NO COINCIDEN FECHAS

Chartier, R. (1993), Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid: Alianza.

Chartier, R. (1994), El orden de los libros: lectores, autores, bibliotecas en Europaentre los siglos xiv y xviii, prólogo de García Cárcel, R., trad. de Ackerman, V., Barcelona: Gedisa.

Chartier, R. (2001), «¿Muerte o transfiguración del lector?», Revista de Occidente, n.º 239.

Douglas, M. (1970), Símbolos naturales: exploraciones en cosmología, Madrid: Alianza.

Liu, A. (2012), http://transliteracies.english.ucsb.edu/category/research-project/definition-of-online-reading 

Martos García, A. E. (2008), «El poder de la con-fabulación. Narración colectiva, fan fiction y cultura popular», Espéculo, n.º 40,

http://www.ucm.es/info/especulo/m_amo/amo_4.html  

Nicolescu, B., 2002; NO HAY COINCIDENCIAS

Sánchez Ron, J. M. (2011), La nueva Ilustración, Oviedo: Ediciones Nobel.

Thomas, S. et al., 2007; NO HAY COINCIDENCIAS

Thomas, S., 2012. NO HAY COINCIDENCIAS

Fecha de ultima modificación: 2014-03-11